jueves, 2 de febrero de 2012

A pesar de lo adecuado

Cada vez que caía por aquel precipicio azul, acababa rompiendo una de las cuerdas tendidas. Por fuertes y resistentes que pareciesen los cabos que le alcanzaban en su descenso, al llegar a su altura, siempre pasaban un par cosas que aceleraban su cadente caída. […]

[…] raro era cuando la cuerda no se rompía al primer contacto con sus manos. Desecha por su mala calidad, vacías y tristes. Cuerdas de hilos pasados, planas, y siempre llegadas a destiempo. Las destrozaba y rasgaba sin saber el porqué[…]


A pesar de lo adecuado en forma, tiempo y labios de la soga… Tampoco era extraño que el muchacho no consiguiera descubrir la forma correcta de amarrarse, porque aquel enero volvió a suceder. Y esta vez tambien lloró, tambien intentó levantarse.